La relación madre e hija va más allá de ser solo una conexión biológica. Es un vínculo emocional que impacta la autoestima, la identidad y las relaciones futuras entre ambas y con el resto del mundo. La madre es una figura guía, una mentora y un modelo a seguir en la vida de su hija.
QUÉ ES UNA RELACION MADRE-HIJA SALUDABLE
Desde el psicoanálisis tradicional tenemos el complejo de Electra que es un concepto psicoanalítico que describe la etapa del desarrollo psico-sexual de una niña en la que experimenta sentimientos de atracción hacia su padre y resentimiento o celos hacia su madre. Es el equivalente al complejo de Edipo. A medida que la niña madura, eventualmente supera estos sentimientos y en lugar de competir con la madre se identifica con ella. Básicamente superar el complejo de Elektra suponía llegar al estado en donde la niña se plantea “quiero ser tan fantástica como mi madre para tener una pareja tan fantástica como mi padre”. Este concepto fue innovador e interesante en su momento, pero actualmente hay que dejarlo en su contexto y desde entonces se han desarrollado otras ideas más complejas y elaboradas.
Según los modelos más actuales desde el paradigma de la teoría familiar y de sistemas, las premisas básicas sugieren que la manera en que una mujer es madre tiene que ver
a) Con la manera en que ella fue hija (como fue la relación con su propia madre, como fueron madre con ella).
b) Con su desarrollo personal-sus experiencias, vivencias, reflexiones, aprendizaje, su carácter
c) Con la relación conyugal-parental que haya establecido (estilo educativo que construye con su pareja-si la hay)
Desde este enfoque, las funciones parentales (independientemente del género del progenitor o cuidador) son:
1. Proveer cuidados y seguridad: Los padres deben asegurar que sus hijos estén físicamente seguros y bien cuidados, necesidades básicas de alimentación, ropa, cobijo, seguridad, etc
2. Ofrecer apoyo emocional: AMOR, fuente de consuelo y seguridad emocional para sus hijos. Esto implica ser receptivos a las necesidades emocionales de los hijos y brindar apoyo y comprensión cuando lo necesiten. Apego seguro: se desarrolla cuando los cuidadores son receptivos, consistentes y sensibles a las necesidades del niño. La relación entre el niño y su cuidador temprano tiene un impacto significativo en el desarrollo emocional y social del niño a lo largo de su vida. Es la confianza en que la madre va a responder a las necesidades del niño, ofrece una base estable desde donde explorar el mundo y a la que volver en caso de necesidad de refugio, respuestas apropiadas al estrés, regulación emocional.
3. Proporcionar estructura y límites: Los padres deben establecer límites claros y coherentes para sus hijos, como rutinas diarias y reglas familiares. Osea, que haya un marco de previsibilidad, no caos o desorden absoluto.
4. Fomentar la independencia y autonomía: A medida que los hijos crecen, los padres deben permitirles asumir responsabilidades apropiadas para su edad y fomentar su capacidad para tomar decisiones independientes.
5. Comunicación efectiva: Los padres deben mantener una comunicación abierta y honesta con sus hijos, escuchándoles y expresando sus propias opiniones de manera clara y respetuosa. La comunicación bidireccional es fundamental para fortalecer las relaciones familiares.
6. Apoyar el desarrollo individual: Los padres deben reconocer y apoyar las diferencias individuales y talentos únicos de sus hijos, promoviendo su desarrollo personal. Esta es la teoría hacia donde se orienta una buena relación, es imposible cumplir todos los puntos a la perfección, pero básicamente cuanto mas se acerquen a estas características mas sana será esta relación.
CONFLICTOS EN LA RELACION MADRE-HIJA
En cualquiera de los puntos arriba mencionados pueden aparecer dificultades en la relación madre hija: conflictos relacionados con la autonomía, la dependencia, la identidad.
Más específicamente, podemos hablar de dificultades en establecer adecuadamente algunos límites: por ejemplo, respecto a la tendencia (sin intencionalidad consciente) de realizarse a través de los hijos, la madre no tienda a proyectar en su hija lo que serían sus propios deseos o cubrir sus propias necesidades; lo sano sería permitir a la hija ser ella misma y desarrollar su vida propia. Los conflictos en este ámbito son más evidentes durante la adolescencia. En la infancia, la niña es completamente dependiente. En la pubertad, la hija sana quiere diferenciarse y se precisa un reajuste en la familia en lo que supone una crisis vital normal. Se trataría de no coartar, sino favorecer su personalidad. Muchas veces las familias traen a consultas hijas problemáticas y en realidad la dificultad proviene de la dificultad que está teniendo la familia para permitirle madurar y dejar de ser dependiente de ella, tomar sus propias decisiones, cultivar sus propias inquietudes y gustos etc.
Conductas insanas: la sobreprotección, la crítica constante, la invalidación emocional o incluso el maltrato psicológico, pueden contribuir al desarrollo de problemas de salud mental.
ETAPAS EN LA RELACION MADRE-HIJA
La relación madre e hija evoluciona a lo largo del tiempo, atravesando por varias etapas. Durante la niñez, la madre desempeña un papel vital en el cuidado y la crianza, sentando las bases de la confianza y seguridad. A medida que las hijas entran en la adolescencia, es común que surjan tensiones a medida que buscan independencia y autonomía.
En la edad adulta, esta relación puede transformarse en una relación más simétrica entre iguales más parecido a una amistad. Básicamente se trata de haber podido pensar a la madre como una persona, ser capaz de criticar sus fallos y alabar sus aciertos, perdonarla y reparar heridas que hubieran quedado abiertas y reconstruir esta relación como la de dos adultas en igualdad.
MIRADA DE LA RELACION MADRE-HIJA DESDE EL FEMINISMO
El ser madre también está atravesado por las construcciones sociales, políticas y morales de cada lugar y momento histórico con respecto a las mujeres.
El feminismo propone tomar conciencia del rol femenino en las estructuras heteropatriarcales: cómo se transmiten los roles de género de generación en generación según las expectativas y las normas sociales pueden estar dirigiendo rígidamente y por tanto limitando la libertad y autonomía de las mujeres.
Perpetuar un sistema de mujeres con solo una posibilidad de identidad desde el rol materno rigidifica, coarta, invalida otras formas de ser y de estar. Las madres tienen la oportunidad de revelarse, de evolucionar, de apoyar otras formas de ser y de estar de sus hijas.