Entrada: El estigma de la salud mental en los contextos de atención médica.

Reproduzco traducido al español del original en inglés el articulo «En los contextos de atención médica, el estigma sigue afectando a quienes padecen enfermedades mentales» publicado recientemente y en el que tuve ocasión de colaborar sobre el fenómeno del autoestigma en personas con problemas de salud mental grave.

Espero que contribuya a sugerir reflexiones y abrir debates sobre cómo afectan las etiquetas que soportan las personas con diagnósticos psiquiátricos a la hora de acceder a los servicios de salud.

Muchos profesionales de la salud siguen careciendo de formación sobre cómo abordar las necesidades de atención médica de las personas con enfermedades mentales graves.

El estigma hacia la enfermedad mental puede ser una influencia significativa cuando los profesionales de la salud piensan que los pacientes están inventando sus síntomas o buscando atención. Sin embargo, la tasa de mortalidad en personas con enfermedades mentales graves es de 2 a 3 veces mayor que en la población general.

Aún existen estereotipos que sugieren que las personas con problemas de salud mental son peligrosas, incompetentes y carecen de credibilidad. Los sistemas de salud y los profesionales de la salud no son inmunes a esto. Cuando los pacientes internalizan estos estereotipos negativos y el rechazo y la discriminación que han enfrentado, esto se convierte en una forma de “autoestigma”.

Las investigaciones sugieren que la autoestigma en personas con enfermedades mentales graves lleva a la autodiscriminación y el aislamiento social, dificultando el acceso a la atención médica. La autoestigma reduce la calidad de vida y promueve malos resultados en la salud.

La autoestigma también está relacionada con el efecto de “por qué intentarlo”, que ocurre cuando alguien se niega a perseguir ciertos objetivos debido a una autoeficacia disminuida y baja autoestima. Las personas con enfermedades mentales graves pueden evitar ir a los centros de salud si anticipan que no serán bien recibidos o serán juzgados por los profesionales de salud.

Pilar Nadales Rubio, enfermera de salud mental y supervisora de enfermeras en formación en el departamento de salud de la provincia de Valencia en España, añade que la autoestigma representa una limitación importante para que las personas con enfermedades mentales graves accedan a la atención primaria.

Rubio menciona que a veces los pacientes con enfermedades mentales graves tienden a consultar con el profesional que ya conocen y en quien confían, generalmente un profesional de salud mental. Esto puede a veces retrasar la ayuda que necesitan del profesional de salud adecuado.

Por ejemplo, Rubio recuerda cuando uno de sus pacientes con trastorno bipolar acudió a su consultorio después de dos semanas vomitando. Su problema no tenía nada que ver con su diagnóstico de salud mental, debería haber ido a atención primaria. Terminó siendo diagnosticado con una infección bacteriana en el tracto digestivo.

La psiquiatra María José Alonso señala que algunos profesionales de la salud asumen que tendrán problemas para comunicarse, explorar y discutir cuestiones de salud con personas que experimentan enfermedades mentales graves. Estos supuestos, comparte Alonso, impactan la interacción y el resultado del servicio.

Otras veces, los profesionales infantilizan a las personas con enfermedades mentales graves al estudiarlas a través de familiares o acompañantes, limitando enormemente lo que debería ser una interacción digna y colaborativa. Experiencias como estas pueden aumentar la probabilidad de que quienes luchan con su salud mental duden en buscar apoyo en el futuro.

Como indicó un participante en un estudio cualitativo de 2020 destinado a comprender las experiencias de acceso a la atención médica física de personas diagnosticadas con enfermedades mentales graves: “Cuando se trata de psiquiatría, lo abordan de manera diferente en la sociedad. Pero ahora hay una moderación en comparación con el pasado. Antes te consideraban loco, ahora no lo hacen tanto. Pero aún nos molesta. Nos ven como de segunda clase”.

A nivel sistémico, Alonso afirma que los sistemas de atención médica deberían considerar las necesidades de las personas con enfermedades mentales graves. Por ejemplo, estos pacientes pueden encontrar que el sistema de programación de citas y el seguimiento son muy rígidos, lo que puede hacer que pierdan oportunidades para recibir atención.

Alonso también señala que necesitamos trabajar para desmitificar las ideas preconcebidas. Los profesionales de la salud necesitan formación y herramientas específicas para sentirse capacitados para atender a personas con enfermedades mentales graves y normalizar su atención general. Por ejemplo, tener una enfermera en formación rotando en servicios de salud mental y promover actividades interdisciplinarias contribuye significativamente a reducir el estigma en torno a las personas con problemas de salud mental.

Rubio señala que mejorar la colaboración entre los profesionales de salud mental y los servicios de atención primaria puede ayudar a aliviar el estigma en torno a la enfermedad mental y mejorar el acceso a la atención física.

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Soy Maria José

Médico psiquiatra

Médico psiquiatra y llevo más de 18 años atendiendo a personas con todo tipo de sufrimiento mental.

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